Educación para todos los públicos

Nombre:

sábado, abril 16, 2005

¿París? No me viene nada por París...

Contaba hace unos días Esperanza Aguirre (actual presidenta de la Comunidad de Madrid y ex-ministra de Educación, la primera de la era Aznar) que, en una reunión en la cual se estaban elaborando las preguntas de unas pruebas generales para sexto de Primaria, alguien (más político que docente) se le ocurrió proponer como pregunta: ¿Cuál es la capital de Francia? Y, rápidamente, otro de los presentes (este sí educador) dijo que si se preguntaba eso la prueba sería un fracaso porque "a esa edad aún no han estudiado las capitales europeas". Sexto de Primaria es el último curso de esta etapa (luego comienza la ESO) y se acaba el año en que los alumnos cumplen doce años.
La Comunidad de Madrid ha establecido una serie de pruebas, a distintas edades, para conocer el nivel real de los alumnos. Su importancia radica en que las pruebas son censales (todos los alumnos de todos los colegios han de realizarlas) y en que son, más o menos, externas, es decir, permiten la comparación no entre alumnos, sino entre centros. Es la única manera de saber si un centro cumple con la misión que le ha encomendado la sociedad y para la cual los padres mandan a sus hijos una serie de horas: no es asunto baladí.
Lo que planteaba la anécdota del primer párrafo tampoco es baladí: ¿qué se les pregunta a los alumnos? ¿lo que deben saber? ¿lo que establece el currículo (es decir, lo que la legislación establece que han de conocer)? [Las dos últimas preguntas no son lo mismo, advierto] ¿o se establece un examen para averiguar lo que saben y se deja que sea la sociedad la que juzgue si eso es suficiente?
Yo prefiero la última opción, aunque sea la más compleja (técnicamente, pues exige un examen bien planificado, más tiempo para que el alumno realice la prueba, más tiempo de corrección... y por tanto más dinero) por la sencilla razón de que un examen de estas características no sólo evalúa a los alumnos y a los centros, sino que examina a la administración educativa. Y esta prueba la pone, frente a frente, ante los ciudadanos [por ello la iniciativa es digna de elogio, por ello abunda tan poco, por ello aún no se han decidido a hacer públicos los datos].
¿Y qué dice nuestro flamante anteproyecto de Ley de Educación sobre el tema? Pues hay dos evaluaciones de diagnóstico descafeinadas: son muestrales (a unos pocos alumnos); se alejan convenientemente de los cursos más conflictivos (dicen que para prevenir: pero si no hacen otra en el curso clave, nunca sabrán [ni quieren] si las medidas adoptadas funcionan); no está claro que sean realmente externas (que permitan comparar unos centros con otros); y las preguntas se harán en función del currículo (vamos, que preguntarán lo que han dado, pero un poquito menos). Tampoco está previsto hacer públicos los resultados (y probablemente muchos otros aspectos, como las preguntas, etc.), y está garantizado [eso lo digo yo] un uso político de estas pruebas (y, si no, al tiempo).
¿Y sobre París? El anteproyecto no dice nada sobre Geografía o Historia en sus principios generales (aunque sí habla de comprensión oral, cálculo... sentido artístico y creatividad) y, en sus objetivos, lo más parecido al tema que he podido encontrar es:

d) Conocer, comprender y respetar las diferentes culturas y la igualdad entre hombres y mujeres.
[...]
h) Conocer las características fundamentales de su medio físico, social y cultural y las posibilidades de acción en el mismo.


Saberse la capital del país vecino puede sonar al tan denostado "aprendizaje memorístico", y algo tan reaccionario no podía encontrarse en tan moderna y progresista ley. Vamos, que un chaval español, a los doce años, no sabrá cual es la capital de Francia a no ser que se lo digan fuera de la escuela. ¿Para qué? Ya le habrán enseñado de dónde vienen los niños...

martes, abril 12, 2005

Pellas colectivas

La presentación del anteproyecto de lo que va camino de ser la peor Ley de Educación de los últimos cincuenta años ha generado algunas críticas, pero demasiado pocas para lo que el documento merece. Menos, por ejemplo, que la propuesta anunciada por la ministra estabuladora (lo de los pisos de 25 metros cuadrados), cuando las repercusiones de ambas medidas no son comparables. También me ha sorprendido el escaso eco en los diarios salmón: todavía deben pensar que la economía es cosa de números y no de personas. En fin.
Analizar el proyecto entero lleva mucho tiempo y espacio, y tampoco es cuestión. Por tanto, iré ofreciendo, poco a poco, alguno de sus aspectos más sobresalientes, comenzando por uno que, prácticamente, no necesita comentario. La Ley se ha elaborado con dos objetivos: mantenella y no enmendalla e intentar contentar a todo el mundo. Lo primero, mantener una Logse que tan buenos réditos políticos está dando; lo segundo, contentar al mayor número posible de organizaciones educativas. El ejemplo que voy a poner es el del guiño al Sindicato de Estudiantes (si quieren conocer mejor al angelito, aquí), pero también es significativo por la mezcla de elementos demagógicos que contiene. Se encuentra en la Disposición Final Primera, la que modifica la LODE, que en su punto cinco dice:

5. Al artículo 8 de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora
del Derecho a la Educación, se le añade un nuevo párrafo con la
siguiente redacción:
"En los términos que establezcan las Administraciones educativas, las decisiones colectivas que adopten los alumnos con respecto a la asistencia a clase no tendrán la consideración de faltas de conducta ni serán objeto de sanción, cuando éstas hayan sido resultado del ejercicio del derecho de reunión y sean comunicadas previamente a la dirección del centro."

Si la ley anterior ya trataba a los alumnos como funcionarios, esta les otorga (a todos) el estatus de liberados sindicales. Va camino de liberar de estudiar a todos.

lunes, marzo 07, 2005

Inger Enkvist y el "angelismo escolar"

Inger Enkvist es una sueca menudita, profesora de la Universidad de Lunds, que habla español de maravilla y que de vez en cuando viene a nuestro país a publicar algún libro o a impartir algún curso. En su país es uno de los mayores azotes de la escuela comprensiva, la educación constructivista, la introducción "de aquella manera" de las nuevas tecnologías en la escuela y de la integración multicultural. La Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid se la ha traído para dar algunas charlas a directores de centros e inspectores de educación (hasta donde yo sé, todos de la pública, para lo cual, viendo lo que dice esta señora, hace falta valor).
En español tiene, hasta donde yo sé, dos libros: La educación en peligro (Unisón, Madrid, 2001) y Cuando huye el siglo (Ovejero Martín Editores, Rosario, 1999). El primero es un ensayo sobre la evolución de la Educación en los diversos países, y acaba convirtiéndose en un catálogo de los errores del constructivismo y sus ideologías anejas por todo el mundo desarrollado. El segundo lo tengo encima de la mesa, ya les diré más cuando lo acabe de leer.
Enkvist describe el espontaneísmo pedagógico o "angelismo escolar" como la idea de que "todos los niños son buenos, todos los alumnos quieren aprender, si se les deja en paz aprenden solos, los adultos más bien molestan". En resumen, Rousseau aplicado a la escuela. Tal doctrina y muchas otras de la que ésta es corifeo, en España tomó forma legal, sobre todo, con la Logse.
Esta profesora sueca se dedica simplemente a describir cómo estas ideas han ido desguazando los sistemas educativos por dentro mientras los mantenía con buena cara por fuera, hasta que sus efectos comienzan a notarse en la sociedad y la economía una generación después (una de las cosas que primero suprime el "angelismo escolar" es la toma de datos fiables y su publicación).
Lo más interesante lo cuenta al llegar al Reino Unido, precisamente porque es el único país, de los que yo conozco, que está consiguiendo abandonar la escuela comprensiva, aunque sea poco a poco (es extremadamente pegajosa), y ese impulso se lleva a cabo tanto por gobiernos conservadores como por los laboristas (que, por cierto, acaban de anunciar una reforma con itinerarios a partir de los 14 años). Al hablar de este país, dice que las primeras medidas para mejorar la escuela se hicieron para saber si el centro cumplía o no con el alumno, y que para ello se estableció un detallado Plan de Estudios nacional, en el cual cualquier padre podía saber qué tenía que saber su hijo en un determinado curso sobre cada asignatura. Por otro lado, plantea las evaluaciones escolares, en especial las internas, como un medio de proteger a los alumnos de los malos centros y de los malos profesores. Y considera de gran importancia el examen a los 16 años porque obliga al docente que quiera ayudar a un alumno a enseñarle bien, sencillamente porque no tiene otro medio.
Algunas ideas interesantes que podrían recogerse en el anteproyecto que el Ministerio de Educación (MEC) pretende presentar el próximo 17 de marzo (va a ser que no, me temo que se va a presentar una Logse II). Como podría recogerse la idea de que las pruebas de evaluación no estén en manos del Ministerio (o de los gobiernos autónomos), simplemente para que no caigan en la tentación de bajar los niveles para colgarse medallas o evitarse problemas. [Por cierto, que en siguientes entregas prometo contar cómo todos los sistemas de control del rendimiento y del nivel escolar han fallado uno tras otro en España, y cómo se han falseado resultados en algunas comunidades autónomas para evitar problemas políticos. Y cómo el MEC continuará sin tomar medida alguna].

lunes, febrero 28, 2005

Educación para todos los públicos

Me han dicho que el primer apunte en un blog suele ser una especie de declaración de intenciones. La verdad es que esta mañana me he convertido en blogger casi por casualidad, porque hasta que no creé uno no había pensado abrirlo. Como soy profesional de la educación, tratará de este tema (eso no es por casualidad: creo de verdad que la educación, si no lo es todo, es el principio de casi todo, al menos desde el punto de vista social). Y me he pasado algunas horas pensando sobre las intenciones.
El encabezamiento es lo que he parido. Por favor, no confundir con aquello de Una educación para todos, ese sueño de la razón que ha acabado produciendo el monstruo del sistema educativo (ente abstracto e internacional), aparato que con la excusa del lema reparte la cantidad justa de educación a cada persona que los gobiernos consideran necesaria para que las cosas funcionen en la dirección que ellos quieren sin poner en peligro el "estar" de las cosas. Es simplemente que creo que la educación es un mundo extremadamente complejo, y que la sociedad en general, incluso el vértice culto y habitualmente enterado, suele desconocerlo más allá de algunos tópicos. Por ello es uno de los campos más abonados para la demagogia.
Por alguna razón que desconozco, la educación está escasamente presente en los grandes diarios, y muy rara vez se sitúa en lugares de honor. Y, más raramente aún, explican lo que está pasando con el nivel suficiente de profundidad. Porque la educación es compleja, pero entendible cuando la explican medianamente bien.
El caso es que en las últimas semanas se están produciendo acontecimientos que ya permiten augurar una prórroga de la Logse de otros diez o quince años, tiempo suficiente como para arruinar otra generación de españoles, aunque se vaya a presentar como gran avance, muy europea y demás estupideces por el estilo. Lo que no va a presentar es un solo argumento avalado por datos. Tampoco va a renunciar al oscurantismo que cayó hace décadas sobre los datos que se disponen sobre la Educación, ni existirá una evaluación seria como la que llevan a cabo algunos (muy pocos) países.
El problema es que ese "más de lo mismo, pero mejor cocinado" va a suponer, sobre todo el empobrecimiento social de España y que la demagogia asiente sus reales definitivamente en la política, sin que ningún movimiento social sea ya capaz de desbaratarla. Por eso, quiero empezar por el principio, que es la Educación.