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martes, abril 12, 2005

Pellas colectivas

La presentación del anteproyecto de lo que va camino de ser la peor Ley de Educación de los últimos cincuenta años ha generado algunas críticas, pero demasiado pocas para lo que el documento merece. Menos, por ejemplo, que la propuesta anunciada por la ministra estabuladora (lo de los pisos de 25 metros cuadrados), cuando las repercusiones de ambas medidas no son comparables. También me ha sorprendido el escaso eco en los diarios salmón: todavía deben pensar que la economía es cosa de números y no de personas. En fin.
Analizar el proyecto entero lleva mucho tiempo y espacio, y tampoco es cuestión. Por tanto, iré ofreciendo, poco a poco, alguno de sus aspectos más sobresalientes, comenzando por uno que, prácticamente, no necesita comentario. La Ley se ha elaborado con dos objetivos: mantenella y no enmendalla e intentar contentar a todo el mundo. Lo primero, mantener una Logse que tan buenos réditos políticos está dando; lo segundo, contentar al mayor número posible de organizaciones educativas. El ejemplo que voy a poner es el del guiño al Sindicato de Estudiantes (si quieren conocer mejor al angelito, aquí), pero también es significativo por la mezcla de elementos demagógicos que contiene. Se encuentra en la Disposición Final Primera, la que modifica la LODE, que en su punto cinco dice:

5. Al artículo 8 de la Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora
del Derecho a la Educación, se le añade un nuevo párrafo con la
siguiente redacción:
"En los términos que establezcan las Administraciones educativas, las decisiones colectivas que adopten los alumnos con respecto a la asistencia a clase no tendrán la consideración de faltas de conducta ni serán objeto de sanción, cuando éstas hayan sido resultado del ejercicio del derecho de reunión y sean comunicadas previamente a la dirección del centro."

Si la ley anterior ya trataba a los alumnos como funcionarios, esta les otorga (a todos) el estatus de liberados sindicales. Va camino de liberar de estudiar a todos.